Bailongu, escuela de baile
Si un extraterrestre hubiera bajado a la Tierra el martes 23 de septiembre a la medianoche en la Avenida de la Catedral, habría pensado que es un planeta fantástico!
Un planeta donde la gente lleva camisetas rojas con unas grandes letras blancas y una divertida huella con una flecha a la espalda. Donde la gente se coge en parejas para bailar e ir adelante y atrás, para dar vueltas y para reír sin cesar. Un planeta donde la gente, más que escuchar la música, la siente, la vive, y se mueve acompasada a su ritmo alentador. Dónde personas que no se conocen se cogen por la cintura para bailar los unos con los otros sin rubores ni más complicaciones. Donde la gente está contenta y sonriente durante dos horas seguidas. Donde arriba de un escenario, que muy bien podría ser una nave visitante llena de luces de colores, un grupo de chicos y chicas vestidos de naranja, negro, blanco o rojo bailan y hacen bailar miles de personas. Donde se habla un idioma extraño con palabras como "Bachata", "Lindy hop", "Rock&roll", "Cha-cha-chá", "Son", "Salsa" o "Burlesque". Donde bajo una bandera verde un par de chicas con camisetas fucsias atienden con entusiasmo a todo el mundo que se les acerca. Un planeta donde la gente grita dichosa "Yo lo que quiero es un cachito pá vivir" y donde la lluvia no atemoriza a centenares de personas que podrían haberse quedado en casa pero deciden salir a bailar, salir a celebrar su Fiesta Mayor.
Este planeta tiene un nombre. Es el planeta Bailongu. Un planeta único, irrepetible, singular. Un planeta que después de 25 años sigue reuniendo a muchas y muchas personas y sigue irradiando felicidad. ¡Larga vida, planeta Bailongu!
Septiembre 2014